Joseph y Sophie, más enamorados que nunca, continúan disfrutando de sus encuentros furtivos y planean un futuro juntos al margen del marido de ésta. No obstante, los planes de la pareja corren serio peligro: el cruel duque tiene previsto actuar y separarles. Por su parte, Palmerston denuncia públicamente una muestra de intolerancia religiosa en el extranjero y convence a Victoria para tomar medidas al respecto. Durante su encuentro con la reina, el astuto ministro también decide acusar al príncipe Alberto de andar inmerso en asuntos triviales.