Johnny B. Good, el puesto de hamburguesas en el que se conocieron Al y Peggy, está a punto de cerrar sus puertas definitivamente, por lo que los Bundy deciden darse un último homenaje acudiendo a cenar allí la noche del cierre. Sin embargo, poco antes de partir, Kelly les cuenta que está deprimida porque no le han invitado a asistir a una importante fiesta que se va a celebrar esa misma noche. Al y Peggy se ven en el dilema de atender los problemas de su hija mayor o disfrutar de su última cena en Johnny B. Good.