La actitud de Silvia es ahora especialmente agresiva, imprevisible y autodestructiva. Ni siquiera los más acostumbrados a sus desplantes la reconocen. Nikoletta ha visto claramente lo que ha pasado en el sótano y sabe que la hora de la venganza de Elisa ha llegado. Berta se ve forzada a descubrirse como policía ante sus nuevos amigos para evitar una fuga, pero los espíritus se interponen en su camino. Desde el más allá no quieren ayudar a Berta pero sí a Eloy, que sigue buscando desesperadamente a su hija. Las pistas que aporta Raúl salvarán una vida, aunque alguien morirá cerca de los tétricos frascos de corazones humanos. Clara declara ante el inspector Solano que en sus visiones pudo comprobar claramente que fue Poveda el que mató a Elisa veinte años atrás. Ni el careo con Fredo ni las apariciones de Ruth logran la confesión del corrupto comisario, pero al fin llega alguien con la fuerza necesaria para acabar con él. Finalmente el comisario Poveda muere, al igual que Berta, que es asesinada por Luis.