Chicago, a fines del verano de 1932. Eliot Ness y sus hombres habían detenido el suministro de narcóticos que llegaban a la Ciudad del Viento desde Asia y el sur de Europa. Ahora el submundo estaba usando nuevas formas de abastecer a los 5.000 adictos a la droga de la ciudad. El Sindicato estaba robando farmacias, consultorios médicos, farmacias al por mayor, cualquier lugar que mantuviera un suministro de medicamentos analgésicos.