Manio recibe carta de su madre. Enferma de gripe, le pide a su hijo un gesto, una hazaña que ponga fin de una vez a la humillación que sufre en Roma la familia Sempronio. Antonino, Rufus y Póstumo tienen la solución: un magnicidio. Saben dónde se baña a diario el rey de los tracios, y le ofrecen a Manio ser el héroe de una gesta que Roma vería con buenos ojos. Pero la carta traía algo más que los ruegos de la madre.