Irina llega a Santander, huyendo de Petrov, y Paula la esconde en el refugio de Eguía. La ucraniana le pide que la acompañe: ella también corre peligro. Paula se niega porque, en su nueva vida, ha encontrado una familia y el amor. Pero la realidad la contradice. En paralelo, Eguía confiesa a su novia que tiene una relación con Paula. Una relación adictiva que lo consume.