El Presidente Bartlet ha sufrido un duro golpe con el secuestro de su hija pequeña. Para impedir que esta desgracia afecte negativamente en la toma de decisiones y al bien general del gobierno del país y, debido a la dimisión del Vicepresidente, Bartlet ha tomado la difícil decisión de ceder su puesto al partido republicano. Son momentos decisivos. Un comunicado de los secuestradores exige la puesta en libertad de tres terroristas y la retirada de tropas de Qumar. El equipo de Bartlet se teme que el nuevo Presidente republicano ordene el bombardeo de Qumar, lo que implicaría la sentencia de muerte para la niña.