Victoria se involucra en la crisis de unos tejedores de seda y organiza un baile benéfico medieval para ayudarlos. El evento se complica más de lo deseado y la reina se ve forzada a dejar atrás su inmadurez por su propio bien. Por su parte, Alberto sigue buscando su sitio como rey consorte. Tras oponerse inicialmente al baile, acaba viendo en él la oportunidad de llevar corona por primera vez. El gran acontecimiento supone una oportunidad perfecta para que viejos amigos se reencuentren y, en algunos casos, se avive la llama del amor.