Un mes después de dar a luz, Victoria insiste en retomar sus labores reales. Su marido Alberto decide ocultarle las preocupantes noticias sobre Afganistán pero la reina no tarda en empezar a sospechar. Dispuesta a retomar el mando, Victoria nombra a la duquesa de Buccleuch como su nueva dama de compañía y ordena que el anterior chef, Francatelli, vuelva a las cocinas del palacio. Mientras la familia de Alberto discute sobre la nueva situación dinástica, la reina consulta al Duque de Wellington convencida de que tanto su marido como el Primer Ministro le están ocultando cosas.