Su eterna sonrisa y esos números de baile imposibles nos hacen difícil creer que hubiera algo de maldad dentro de esa persona que a tantas personas hizo felices con su trabajo. Y sin embargo la había, y de qué modo. Un tirano, ególatra, que aterrorizó a los actores a los que dirigía y que agredió sexualmente a una joven de 18 años. El lado oscuro de Gene Kelly se normalizó durante demasiado tiempo en una época en la que la mujer debía obedecer y resignarse. Pero ahora eso ha cambiado.