¿Qué puede ser más universal que “La última cena”, de Leonardo da Vinci? O la de Mary Beth Edelson, en la que se representa a la otra mitad de la humanidad: las mujeres. O la de Elisabeth Ohlson Wallin, una interpretación homosexual de los apóstoles. O la de Raoef Mamedov, en la que son personas con síndrome de Down. ¿No es "La última cena", al fin y al cabo, la imagen que queremos dar de nosotros mismos?