1774. Tras una sesión infructuosa en el Congreso Continental, un periodo sabático en la granja de los Adams se ve interrumpido por la noticia del sitio a Lexington y Concord. Adams es testigo de las consecuencias de la sangrienta batalla y luego da parte en Filadelfia. Allí debate con los delegados los pros y los contras de la independencia, evitando la ofrenda de paz del delegado de Pennsylvania John Dickinson y arrojando el guante por la independencia. Con el aumento de la violencia dentro y fuera Boston, Adams sugiere que George Washington capitanee el recién creado Ejército Continental. Tras otro breve regreso a casa, Adams vuelve a Filadelfia y el rey Jorge III proclama que la traición será castigada con la muerte. Tras varios debates y aplazamientos, Adams apoya una resolución por la independencia propuesta por el delegado de Virginia Richard Henry Lee y persuade a Thomas Jefferson para que redacte una declaración. Con la ayuda de Benjamin Franklin, Adams se gana el favor de los delegados más escépticos, sobre todo de Dickinson y Edward Rutledge de Carolina del Sur. El 2 de julio de 1776, una última votación confirma la decisión casi unánime del Congreso (con la abstención de Nueva York) de formar una nación independiente. Mientras Abigail lidia con un brote de viruela en Massachusetts, se lee la Declaración de Independencia ante una multitud enardecida en Filadelfia. Adams le escribe a su mujer: "Nos hemos separado. Ahora empieza nuestro trabajo".