La escalada de ETA alcanza un nivel inusitado: coches bomba que matan a decenas de personas, sobre todo guardias civiles. Su objetivo es forzar al Gobierno a que reconozca la independencia del País Vasco. Y para ello eliminará a quien se interponga, incluidos a sus miembros disidentes. Pero el Estado reacciona con operaciones que ponen a ETA contra las cuerdas, una de ellas con ayuda de la CIA.