Con la muerte de Franco, muchos presos políticos son liberados; algunos son verdaderas víctimas de la dictadura, otros son meros asesinos, como los etarras, que saldrán y recorrerán un camino de muerte; como Jesús María Zabarte, el Carnicero de Mondragón, unos de los más sanguinarios. ETA inicia una guerra abierta contra el Estado, con asesinatos de empresarios, políticos y militares, al tiempo que lleva el terror al corazón de la población civil.