Nacido en Madrid en 1873, desde muy joven se dio a conocer en las principales de revista de su tiempo con artículos y versos festivos que le conquistaron rápidamente la popularidad. Luego, abordó el teatro y en colaboración con Antonio Palomero estrenó su primera obra, La trompa de caza, juguete cómico en un acto, que logró en el Teatro de Recoletos caluroso éxito. Después produjo más de un centenar de títulos en colaboración con, entre otros, Carlos Arniches, José López Silva, Antonio Paso y Cano y Pedro Muñoz Seca. El rey del retruécano y del chiste explosivo, colocaba todos los años con regularidad cuatro o cinco obras en cartel, aunque no llegaran a disfrutar del apoyo de la crítica. Sus textos resultan hoy interesantes documentos sociológicos que todo historiador debe tener en cuenta. Era sin embargo, un maestro del humor, incapaz de levantar el vuelo creativo más allá de los miles de chistes y juegos de palabras que escribió, gracias a un ingenio sin demasiadas ambiciones. A pesar de las críticas de unos, era muy admirados por otros, hasta tal punto que Miguel Mihura llegó a decir de él, que era el autor que más había admirado en su juventud, el más desorbitado, el menos burgués, quizá el maestro de los que después empezamos a cultivar lo disparatado. Compuso la partitura de muchas de sus obras lírico-dramáticas (prácticamente siempre, al igual que los libretos, en colaboración con otros autores) además de otros muchos números musicales que no firmó, dentro de las numerosas zarzuelas para las que escribió el libreto. Falleció en su ciudad natal el 23 de enero de 1931.