Confesiones de un caballo suicida es una suerte de collage que concientemente toma la forma de la fotonovela tal cual lo hiciera Chris Marker con La jetée (1962). Articulado sobre la base de textos y la vida de Diane Arbus, Jean Eustache, Robert Walser, Alejandra Pizarnik, Franz Kafka y Carmen Jung, va desplegando fotografías, mayormente en blanco y negro, de una mujer asediada por sus pensamientos en un cuarto casi vacío, pero pletórico de texturas.