En este cortometraje animado Dominique Jonard se inspira en los diablitos de Ocumicho, artesanías populares originarias de Michoacán, cuya figura le sirve para realizar una alegoría figurativa del mestizaje en México. La hibridación no solo ocurre entre los español y lo indígena, pues Jonard se ocupa de otros contrastes para dar cuenta del espíritu jovial, lúdico y desenfadado de la cultura popular en México.