Peter Brook es uno de los más prestigiosos y revolucionarios directores del teatro moderno. Uno de los ejercicios que practica en sus cursos de formación de actores es el desafío de la "cuerda floja", un proceso de transformación que hace el teatro real tanto al público como al propio actor. Por primera vez en cuarenta años, Brook ha accedido a que las cámaras filmen cómo la "cuerda floja" provoca su efecto alquímico en los actores. Durante dos semanas, el hijo de Brook, Simon, registró a un grupo de actores y músicos en su exploración de los secretos del teatro.