Diego Acuña fue uno de los cinco mil niños llevados a Rusia durante la guerra civil española. Ha sido educado en la pedagogía comunista y preparado para una carrera de agitador internacional que desarrolla en Francia y en Italia bajo las órdenes de Goeritz, uno de los altos cargos del partido. Un día le confían una delicada misión: colaborar en el asesinato de su padre, porque resulta ser un importante obstáculo para la actuación clandestina del comunismo. Para ello se traslada a España, fingiendo que lo hace por hastío de la doctrina soviética